El actual aspecto del castillo es fruto de numerosas reformas. Posiblemente, sus orígenes se remontan a la época romana, cuando debería ser un centro de producción agrícola. La segunda etapa fue en el siglo XI. El edificio se convirtió en una masía fortificada para aguantar las incursiones de la época. Siglos más tarde, en el XVI, la casa se volvió a ampliar con más elementos de defensa. Pero la reforma más importante comenzó a finales del siglo XIX, cuando Ramon Montaner quiso adaptar el edificio a los gustos de la época. Para llevar a cabo esta obra fue necesaria la colaboración de Lluís Domènech i Montaner, que era miembro de la familia. El arquitecto le dio un aire medieval al castillo gracias a la introducción de piezas del monasterio del Tallat.